RESULTADO DE LA MOTO 2, A BASE DE SUDORES,Espargaró vuelve a reír

Ganó la primera carrera del año, en Catar, creyó que la temporada podría vestirse de color de rosa, y gritó a los cuatro vientos que quería y asumía el cartel de favorito. Pero algo empezó a fallar. Eran los neumáticos, quizá, cuyo rendimiento le hunde el ánimo. No se entendía con ellos, explicaba, no había forma de encontrar el agarre suficiente para rodar cómodo y dar lo que se espera de él. Y mientras Pol Espargaró sufría día tras día, en Austin o en Jerez, no le hacía ninguna gracia que su compañero de equipo, Tito Rabat, le batiera una y otra vez con la misma moto. Buscaba explicaciones. Y no las encontraba. Trabajó y trabajó con su equipo, recibió tantas carantoñas como fueron necesarias de Sito Pons, y empezó a encontrar su sitio. Mejoró en Mugello, donde terminó cuarto. Y confirmó su buen estado de forma en Montmeló, un circuito en el que nunca había ganado antes, ante unas gradas que le vieron caer irremediablemente hace un año, tras ser atropellado por Márquez a falta solo de tres vueltas.


Cuando el pequeño de los Espargaró dejó de preguntarse por qué, cuando se centró en sacar todo el rendimiento a su moto, en tratar de adaptar su estilo por muy difícil que le parezca, pues nada podría alegrarle el ánimo tanto como una victoria en Montmeló, a solo cinco minutos de su casa, solo entonces dio con la tecla. Se olvidó de todo y se centró en correr, en dar gas, en hacer derrapar su rueda trasera a la entrada de cada curva. Y así, desde la pole, agresivo como hacía tiempo que no se le veía, salió lanzada a por el triunfo. Tiró tanto que terminó con las gomas destrozadas, casi incapaz de mantenerse encima de la moto, sufriendo el éxito, disfrutándolo como nunca. Pues no fue una victoria fácil, aunque pudiera parecerlo.
Espargaró lideró la prueba desde la primera vuelta y solo cedió el primer puesto a Rabat a falta de 10 giros. Se abrió ligeramente, de modo que no queda muy claro si fue rebasado por ese compañero que tan difícil le está poniendo la temporada o si se dejó adelantar para estudiar el ritmo de su rival y el estado de sus gomas. El caso es que Rabat llegó al final de la prueba con los neumáticos tan desgastados como su colega. Y Pol recuperó la primera posición a falta de seis vueltas. Por aquel entonces ya eran solo ellos dos quienes peleaban por la victoria. Hacía ya muchos giros que dejaron atrás a Nakagami, primero, que pareció conformarse con no caerse, por una vez; a Redding, que no resistió el ritmo tras el apretón inicial cuando debió recuperar en una vuelta lo que perdió por culpa de una salida catastrófica; y a Luthi, que está de vuelta, recuperado ya de la lesión en el húmero sufrida en pretemporada que le dejó fuera de juego al inicio de un Mundial al que aspiraba.
Así que, a seis giros del final eran dos compañero de equipo quienes se batían el cuero por una victoria. Y ambos jugaban en casa. Pero, aunque Rabat lo intentó hasta los últimos giros –solo 81 milésimas le separaron de la victoria–, Espargaró tenía muy claro que no podía fallar. Y si su compañero se subía por los pianos para lograr atraparlo, él buscaba los límites de la pista con su codo. Nadie podría con él este domingo.

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